Todos pensamos que somos débiles. Creo que incluso la persona más fuerte piensa que es débil, pero lo que el ser humano puede aguantar, emocionalmente, es incomparable. Si seguís leyendo, os daréis cuenta de que es a lo que me refiero.
Hoy solo voy a contar el principio de porque empecé a callarme y no contar las cosas a nadie.
Recuerdo muchas más cosas que me pasaron siendo pequeño. Palizas que me pegaron, veces que me persiguieron... Son varias cosas.
Hoy voy a contar una persecución. En todos los colegios hay gente chunga, ¿no? Sobre todo si vemos películas americanas en los que los chicos de zonas de baja reputación pues llevan navajas al colegio, se juntan en pandillas en las que son los matones. Tristemente esas cosas pasan de verdad.
En mi colegio, cuando yo estaba en segundo de primaria llegó una chica de otro país. Al principio yo me llevaba muy bien con ella, fuimos pareja en el Carnaval, y era divertido tener una amiga así. Era la primera desde que mis otros tres amigos del jardín de infancia se fueron.
Durante los años anteriores, habían entrado nuevos compañeros al colegio. No recuerdo tener una gran relación con ellos, simplemente estaban ahí, igual que yo. A veces jugabamos y a veces no, nada que se hiciera mencionar.
Cuando esta chica entró en juego, volví a tener un amigo. No, de hecho empecé a tener dos amigas, porque nos sentamos en un grupo de mesas en los que éramos 4, las dos chicas, y un chico que era autista y me pegaba patadas.
La verdad, es que en ese momento no iban las cosas bien. El chico era autista y me pegaba patadas, pero esa es otra historia para más adelante, como he dicho yo también cometí errores. Esta es la historia de una persecución.
Pues la chica esta, se hizo amiga de los chicos nuevos también. Ellos tenían una especie de grupo de chicos que se podrían considerar "malotes". Cuando tuvimos una discusión, esos chicos que eran de cursos mayores y del mío, empezaron a incitarla a que tenía que pegarme. La conclusión fue una amenaza del grupo, lo típico de "A la salida te vas a enterar".
Sentí miedo. Nunca me habían amenazado antes. Nunca me había sentido intimidado de esta forma. No pude estar concentrado durante la clase, la chica estaba sentada frente a mi, y se reía mientras me hacía signos amenazantes.
Tenía un nudo en el estomago, solo pensaba en irme de allí. Cuando sonó el timbre, recogí todo lo rápido que pude, bajé corriendo las escaleras y empecé a correr a mi casa. Sus amigos trataron de retenerme, pero me fuí por otro camino. No podía apenas pensar, apenas respirar. Me metí por un callejón para perder al grupo. Llegué a la puerta de mi casa y llamé al timbre, pero estaban siguiéndome de cerca. No pude aguantar en la puerta a que me abriesen, así que, aprovechando que en el portón de al lado había un banco, entré y cerré la puerta con el pestillo.
El grupo de matones, se quedó en la puerta del banco mirándome con una sonrisa. Yo solo los miraba asustado. Eran seis personas sonriendo y yo sin saber porque. Resulta que el guardia de seguridad del banco estaba dentro, y ellos pensaron que me iban a echar a la calle. El guardia para intentar ayudarme me dejó encerrado mientras que llamaba a mi casa y entonces bajó mi madre y mi padre. Pude pasar a mi casa sin que me hicieran nada, pero solo nada físicamente.
Sin obviamos el miedo que sentí, la intimidación, la humillación de ser perseguido. También tenemos que sumarle, que esos chicos, para sentirse mejor con ellos, mintieron diciendo que yo me acobardé de una única chica, que ellos solo iban a mirar.
Eso comenzó una oleada de risas en el colegio contra mí. Una oleada más de humillación. Con solo seis años, aprendí una gran lección que me ha servido de muy poco. Si pides ayuda, se van a reír de tí.
También aprendí que no siempre gana la verdad, gana la historia que más personas cuentan.
Pero con esta historia yo no busco ganar nada. Busco que la gente aprenda el como no educar bien a sus hijos, como al no enseñar respeto, compasión y empatía, ponemos en peligro la salud mental y emocional de otras personas. Quiero enseñaros como puede llegar a afectar la exposición al bullying. Porque aunque tomemos medidas para frenarlo, el daño puede estar ya hecho.
Comentarios
Publicar un comentario